Desde aquellos que fueron probables motivos de nostalgias para él, en que se mandaba con un "no puedo ser candidato a la reelección porque la Constitución (de ese entonces) lo prohibe", sin un titubeo, ni un tic nervioso...
Hasta tiempos más recientes en que se despachó con un "(con esto no cabe duda que) soy 100% peruano", aparentemente definitivo para todos -menos para él-, ha caído ligeramente.
Salvo que haya entendido mal la ley de los porcentajes y los enteros y para él un entero sea equivalente al 200%. Sólo así se entiende que pueda ser japonés y/o peruano, según le plazca.
Pero con la última movida, el futuro senador nipón ha incrementado sus méritos. Ahora puede ser senador japonés. Dictará leyes que favorezcan a la región (del Japón, no del Perú) por la que sea elegido y su candidatura será garantizada por la sombra omnipresente de la innombrable mafia: verdadero Poder detrás del poder de la isla del sol naciente. ¿Alguien que se oponga?
Chile feliz de que se vaya, pues esto favorecerá al TLC que está negociando con Japón. Perú también, pues no insertará ruido político al ser extraditado, y Japón fiel a sus férreos principios de lealtad ante un Presidente que liberó sanos y salvos a quien sabe qué cantidad de hijos del sol naciente vinculados con "los innombrables".