Es sorprendente (como calidad, más no como novedad) el nivel de sofisticación que ha alcanzado el negocio de las conspiraciones en el mundo. Todo encaja, rápida y exactamente, en un marco ideal, lógico y provisto de todos los recursos ilustrativos que pudiera necesitar. Nos referimos porsupuesto al reciente asesinato de la candidata al regreso a la presidencia de Pakistán, Benazir Bhutto.
Lo primero que sorprendió (nuevamente está cínica y modesta palabrita) el día del magnicidio fue la falta de documentación fílmica, incluso en portales de tanta "libertad" de publicación como YouTube, donde se colgaron, entre otras cosas, el ahorcamiento sin ediciones de Saddam Hussein. Luego, se escucharon las voces de diversos analistas, descoordinadas al principio, pero luego unificadas hacia la teoría de Al Qaeda como autor. Nada más conveniente.
La imagen de Bhutto como única mujer elegida dos veces para la presidencia de un país islámico, no podía ser bien vista por los fanáticos fundamentalistas. Al mismo tiempo, Estados Unidos veía cómo su "delfín" se convertía en "tiburón" y acababa siendo el "Dictador" Musharraf, cuando algunos años antes había sido su aliado contra el terrorismo. Once mil millones de dólares depués, recién se dan cuenta de que no es su amigo. Y ya no quieren jugar con él.
Finalmente, las cercanas elecciones, la crisis del petróleo y de Irán terminan de cerrar un círculo en el cual la muerte de Bhutto beneficiaba a todos: Terroristas, Dictadores y titiriteros. Los primeros son los probables autores directos. Pero los demás son los indirectos, que permitieron que todo sucediera, igual que con las Torres Gemelas.
Ahora, Pakistán es un completo lío. Las elecciones serán imposibles, habrá más violencia y Estados Unidos nuevamente tendrá asegurado el eterno pretexto de su constante intromision en la zona: Peligra la Democracia. No la podrán alcanzar sin nosotros. Nuestra presencia entonces es necesaria.
Lo primero que sorprendió (nuevamente está cínica y modesta palabrita) el día del magnicidio fue la falta de documentación fílmica, incluso en portales de tanta "libertad" de publicación como YouTube, donde se colgaron, entre otras cosas, el ahorcamiento sin ediciones de Saddam Hussein. Luego, se escucharon las voces de diversos analistas, descoordinadas al principio, pero luego unificadas hacia la teoría de Al Qaeda como autor. Nada más conveniente.
La imagen de Bhutto como única mujer elegida dos veces para la presidencia de un país islámico, no podía ser bien vista por los fanáticos fundamentalistas. Al mismo tiempo, Estados Unidos veía cómo su "delfín" se convertía en "tiburón" y acababa siendo el "Dictador" Musharraf, cuando algunos años antes había sido su aliado contra el terrorismo. Once mil millones de dólares depués, recién se dan cuenta de que no es su amigo. Y ya no quieren jugar con él.
Finalmente, las cercanas elecciones, la crisis del petróleo y de Irán terminan de cerrar un círculo en el cual la muerte de Bhutto beneficiaba a todos: Terroristas, Dictadores y titiriteros. Los primeros son los probables autores directos. Pero los demás son los indirectos, que permitieron que todo sucediera, igual que con las Torres Gemelas.
Ahora, Pakistán es un completo lío. Las elecciones serán imposibles, habrá más violencia y Estados Unidos nuevamente tendrá asegurado el eterno pretexto de su constante intromision en la zona: Peligra la Democracia. No la podrán alcanzar sin nosotros. Nuestra presencia entonces es necesaria.
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