La liberación de rehenes retenidos por las FARC en Colombia está alcanzando tales visos de una elaboradísima puesta en escena, que hasta el mismísimo Oliver Stone pareciera haber llegado para supervisar personalmente esta escena cinematográfica.
Es indignante la utilización política (disfrazada de "interés puramente humanitario"), mediática, egoísta y desmedida que se está haciendo del sufrimiento, no sólo de tres familias, sino de las otras decenas vinculadas con muchos otros rehenes. Sólo falta que el Papa suba al helicóptero.
El enfermizo afán protagonista de Hugo Chávez arrastra consigo a sus ayayeros incondicionales, cuadrados al pie de su oleoducto y totalmente avasallados, no sólo por la verborrea "Castrense" del nuevo superhéroe sudamericano, sino por sus millones y millones ...de promesas.
Al final, nada importa, ni siquiera la vida y seguridad (tanto física como psicológica y emocional) de los rehenes, con tal de satisfacer afanes megalómanos regionalistas. La alegría de la liberación de estas personas se mezclará con la tristeza que provocará el fortalecimiento de la figura de Chávez que con seguridad producirá.
Las demás liberaciones, se darán con la misma parafernalia? Se producirán, en primer lugar? O se abandonará al resto a su suerte, en el momento en que las cosas ya no funcionen o se compliquen logísticamente? Hay que recalcar que incluso hay un niño de tres años de edad (nacido en cautiverio) involucrado en la operación de rescate.
Esperemos además que el dictador venezolano no se proponga causarnos náusea al salir abrazando al niño y sonriendo con los liberados. Sería una escena de un tremendo efecto purgante.
Cuanta bajeza! Qué necesidad de poder a toda costa! Qué malgasto de fuerzas, dinero, influencias y difusión, manipulando al libre antojo y con la anuencia de propios y extraños (que miran de reojo) las desgracias ajenas de gente manipulable en su tragedia, pero a la que no le queda otra que sonreir a la cámara, apretando los dientes.
Una Sudamérica que hace una década se veía como la posible reserva moral, ecológica y humanitaria del futuro, hoy está convertida en despensa llena de herramientas, en vez de pueblos, de contaminación, en vez de conciencia ecológica, y de corrupción en vez de un nuevo orden humanista y tolerante.
Es indignante la utilización política (disfrazada de "interés puramente humanitario"), mediática, egoísta y desmedida que se está haciendo del sufrimiento, no sólo de tres familias, sino de las otras decenas vinculadas con muchos otros rehenes. Sólo falta que el Papa suba al helicóptero.
El enfermizo afán protagonista de Hugo Chávez arrastra consigo a sus ayayeros incondicionales, cuadrados al pie de su oleoducto y totalmente avasallados, no sólo por la verborrea "Castrense" del nuevo superhéroe sudamericano, sino por sus millones y millones ...de promesas.
Al final, nada importa, ni siquiera la vida y seguridad (tanto física como psicológica y emocional) de los rehenes, con tal de satisfacer afanes megalómanos regionalistas. La alegría de la liberación de estas personas se mezclará con la tristeza que provocará el fortalecimiento de la figura de Chávez que con seguridad producirá.
Las demás liberaciones, se darán con la misma parafernalia? Se producirán, en primer lugar? O se abandonará al resto a su suerte, en el momento en que las cosas ya no funcionen o se compliquen logísticamente? Hay que recalcar que incluso hay un niño de tres años de edad (nacido en cautiverio) involucrado en la operación de rescate.
Esperemos además que el dictador venezolano no se proponga causarnos náusea al salir abrazando al niño y sonriendo con los liberados. Sería una escena de un tremendo efecto purgante.
Cuanta bajeza! Qué necesidad de poder a toda costa! Qué malgasto de fuerzas, dinero, influencias y difusión, manipulando al libre antojo y con la anuencia de propios y extraños (que miran de reojo) las desgracias ajenas de gente manipulable en su tragedia, pero a la que no le queda otra que sonreir a la cámara, apretando los dientes.
Una Sudamérica que hace una década se veía como la posible reserva moral, ecológica y humanitaria del futuro, hoy está convertida en despensa llena de herramientas, en vez de pueblos, de contaminación, en vez de conciencia ecológica, y de corrupción en vez de un nuevo orden humanista y tolerante.
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