Ayer aparecía en un huachafísimo video candidateando en florido japonés para tener una puerta de escape al Asia. Hoy declara que su regreso al pueblo peruano era su plan desde el inicio. Ya cansa el sólo pensar todo lo que se viene junto con Fujimori.
Luego de aprobada la extradición, el mundo politico peruano se remece. Muchos de quienes declaraban furibundos por la lentitud del poder judicial chileno para decidirse por la extradición o no del ex-mandatario peruano, ahora se lamentan que esta haya sido positiva; muchos de ellos (políticos, empresarios, medios) temen por los videítos que aun no ven la luz.
Es cierto que en lo que va del gobierno aprista poco o nada se ha hecho por solidificar el Poder Judicial peruano a pueba de todo tipo de corrupción, y ni que decir del quinquenio desperdiciado en este tema por el gobierno toledista. Pero la llegada de Fujimori no mejorará precisamente esta situación.
Los engranajes de la corrupción jurídica recibirán un chorro de aceite lubricante y echarán a andar. Los topos serán figuras despampanantes, los negociadores bajo la mesa del fujimorismo se reactivarán y ejercerán su más aplastante influencia en todas las esferas del poder, grandes acreedoras de sus hambrientas arcas de favores.
El Gobierno, que hacia las cámaras se mostraba como promotor del juzgamiento de Fujimori en el Perú, debe estar pensando cómo diablos hace para seguir pareciendo el adalid de la justicia y al mismo tiempo impedir que su poder se desmorone como castillo de arena cuando el ex-presidente los coja del rabo de paja y los zarandée con fuerza y sin compasión.
Asistiremos a la debacle acelerada de este nuevo gobierno aprista? Influirá en el desarrollo de las reformas del estado? ¿Y el desarrollo económico? Lo último está bien difícil; si Toledo pudo terminar su gobierno y además mantener un importante crecimiento del país, a pesar de él, cualquiera puede hacerlo.
Lo que no cualquiera podrá lograr será promover un juicio por corrupción y violación de derechos humanos, mientras le enrostren en la cara y ante los millones de fujimoristas pródigos sus propias miserias en los mismos asuntos.
Aunque pensándolo bien, si hay alguien; en este momento está también en juicio, pero como Pedro por su casa. Y si decide aliarse con su ex-socio en el poder, podemos estar seguros que si no lo vuelven a ejercer desde el sillón presidencial lo harán tras bambalinas. Depende de qué tanto hemos aprendido los peruanos a desterrar el caudillaje y la devoción mística de nuestras conciencias colectivas como únicas soluciones -siempre externas y propias de mentes avasalladas- para progresar.
¿ Estará el Perú condenado a ver por muchos años más escenas de fanatismo politico, extremismo argumentativo falaz y cinismo social? ¿Viviremos, esta vez sí como Chile a la caída de Pinochet, la polarización total de nuestra sociedad? Será la reconciliación que brota del ejercicio de la justicia una eterna utopía nacional?
Foto: Peru21
Luego de aprobada la extradición, el mundo politico peruano se remece. Muchos de quienes declaraban furibundos por la lentitud del poder judicial chileno para decidirse por la extradición o no del ex-mandatario peruano, ahora se lamentan que esta haya sido positiva; muchos de ellos (políticos, empresarios, medios) temen por los videítos que aun no ven la luz.
Es cierto que en lo que va del gobierno aprista poco o nada se ha hecho por solidificar el Poder Judicial peruano a pueba de todo tipo de corrupción, y ni que decir del quinquenio desperdiciado en este tema por el gobierno toledista. Pero la llegada de Fujimori no mejorará precisamente esta situación.
Los engranajes de la corrupción jurídica recibirán un chorro de aceite lubricante y echarán a andar. Los topos serán figuras despampanantes, los negociadores bajo la mesa del fujimorismo se reactivarán y ejercerán su más aplastante influencia en todas las esferas del poder, grandes acreedoras de sus hambrientas arcas de favores.
El Gobierno, que hacia las cámaras se mostraba como promotor del juzgamiento de Fujimori en el Perú, debe estar pensando cómo diablos hace para seguir pareciendo el adalid de la justicia y al mismo tiempo impedir que su poder se desmorone como castillo de arena cuando el ex-presidente los coja del rabo de paja y los zarandée con fuerza y sin compasión.
Asistiremos a la debacle acelerada de este nuevo gobierno aprista? Influirá en el desarrollo de las reformas del estado? ¿Y el desarrollo económico? Lo último está bien difícil; si Toledo pudo terminar su gobierno y además mantener un importante crecimiento del país, a pesar de él, cualquiera puede hacerlo.
Lo que no cualquiera podrá lograr será promover un juicio por corrupción y violación de derechos humanos, mientras le enrostren en la cara y ante los millones de fujimoristas pródigos sus propias miserias en los mismos asuntos.
Aunque pensándolo bien, si hay alguien; en este momento está también en juicio, pero como Pedro por su casa. Y si decide aliarse con su ex-socio en el poder, podemos estar seguros que si no lo vuelven a ejercer desde el sillón presidencial lo harán tras bambalinas. Depende de qué tanto hemos aprendido los peruanos a desterrar el caudillaje y la devoción mística de nuestras conciencias colectivas como únicas soluciones -siempre externas y propias de mentes avasalladas- para progresar.
¿ Estará el Perú condenado a ver por muchos años más escenas de fanatismo politico, extremismo argumentativo falaz y cinismo social? ¿Viviremos, esta vez sí como Chile a la caída de Pinochet, la polarización total de nuestra sociedad? Será la reconciliación que brota del ejercicio de la justicia una eterna utopía nacional?
Foto: Peru21
Tags Blogalaxia: Fujimori, Extradicion, Poder Judicial.
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