lunes, septiembre 10, 2007

Jueces Chilenos ocultan decisión sobre Fujimori

Es obvio el resultado del veredicto final de los jueces chilenos sobre Alberto Fujimori: No lo extraditarán.

¿Por qué tanta seguridad sobre una decisión supuestamente “reservada y secreta”? Pues, para empezar, precisamente por eso. Si la decisión hubiera sido favorable a la extradición, pues comunicarlo cuanto antes al mundo e irle separando un boleto de ida a Lima al extraditable hubiera sido algo casi simultáneo, para que se lo lleven cuanto antes y deshacerse de un factor de turbulencia política del que los mapochos ya estaban hastiados.

Pero no fue así. Y también habrá que desglosar las razones por las que ha sido esta la decisión. Hay más de una señal que conduce a pensar que el Poder Judicial chileno, con toda la ventaja que le lleva al Peruano, es igualmente utilizado por el poder político en momentos clave y cuando ve peligrar su estrategia nacional.

Ahora, la nueva herramienta es el caso Fujimori. En momentos en los cuales el Perú está a punto de presentar ante la Corte de la Haya su demanda por una delimitación marítima pendiente con Chile, la discrepancia de este último con el vecino del norte hará que se valga de la extradición para presionar algún tipo de cesión o negociado.

La otra es que el silencio de los jueces se deba a que querrán hacerlo todo por debajo de la mesa. En este caso sería muy raro que no se filtre nada durante la nueva semana que han prorrogado la publicación de su decisión. Y cuando decimos por debajo de la mesa, nos referimos, no sólo a coordinaciones con su futuro co-firmante oriental del TLC del Pacífico, sino también del propio Perú.

Es conocida la estrategia de los dobles discursos: Por un lado, los gobernantes dicen frente a la prensa lo que las encuestas les indican que la opinión pública quiere escuchar. Por el otro lado (el subterráneo) hacen lo que sus intereses les dictan y, en menor medida, lo que exigen los intereses de la Nación a la que resultaron representar.

Cuando salga finalmente la noticia, ya no será noticia. Ni siquiera para los directivos de los medios de comunicación. Todo estará cuidadosamente programado, argumentado y disculpado, a fin de evitar protestas y desorden en ambos países. Pero sería lamentable que los jueces chilenos (y no Chile, hay que hacer siempre esa salvedad) hayan optado por enfrentarse nuevamente, después de muchos años de correcciones, contra las Organizaciones Internacionales de Derechos Humanos, constituyendo un penoso retroceso de más de quince años, época en la cual se inició la transición del fachismo a la democracia. Todo por intereses económicos y geopolíticos.

No lo creemos civilizado; no lo creemos posible, por más diferencias de apreciación que tengamos y frente a las cuales el Perú siempre ha planteado el diálogo abierto y no la presión militar o de influencias para solucionarlo.

Para Fujimori, váyase donde se vaya, su hedor político ya lo hace alimento de buitres. En Japón será una curiosidad más, mantenida por sus socios del Yacuza y la poderosa ultraderecha nipona. En Perú, si su caso es tratado de manera adecuada, estará indefinidamente sujeto a procesos, tal como su socio desde hace seis años.

Queda en este último caso apelar a la memoria y a la dignidad de los peruanos para que no se dejen convencer por los miles de Manriques, unos más convincentes que otros, que abogarán por su héroe durante todo ese tiempo. ¿Le encargaremos nuevamente nuestras almas o sabremos pasar la página y dejar de aferrarnos al ídolo casi místico aquél que, como conciencias subdesarrolladas, siempre hemos necesitado para tener esperanzas?


Foto: Peru21.com
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