En momentos en los que la tremenda catástrofe humanitaria del Oriente Medio y Lejano, propiciada y mantenida por Estados Unidos, adquiere características de pandemia, las principales cadenas americanas de noticias se dedican a temas cosméticos.
Y no hablamos de temas políticamente superficiales, sino precisamente a aquellos que tienen que ver más con una tertulia en la peluquería de la esquina que con la situación mundial.
Nos referimos al interés que la cabellera del dictador norcoreano Kim Yong Il ha sucitado en los principales titulares de los medios televisivos norteamericanos en sus páginas de internet.
¿Es tan importante esta "noticia" acaso, que merece estar jerárquicamente empatada con la toma de rehenes en la Mezquita Roja en Islamabad, Pakistán, como titular de portada?
Cierta estrategia de "ninguneo", no obstante, es percibida en todo esto. Una necesidad enfermiza entre enemigos de ridiculizar permanentemente al oponente para así quitarle peso y descartarlo como peligro ante la opinión pública mundial.
De ser este el objetivo, estaremos viendo cómo en el corto plazo esta figura gubernamental del lejano oriente será interiorizada por la masa global como poco menos que un arlequín frívolo e inseguro, sin mayores implicancias.
Lo penoso será cuando, así como muchos niños maltratados por sus compañeros en colegios americanos, este "niño" decida coger el rifle de papá y ensayar tiro con el primero que se le cruce en mar, tierra o aire.
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