miércoles, enero 02, 2008

Emmanuel: La Verdad tarda, pero si no se la busca, muere

Parece un arroz con mango, pero es mucho más simple que eso: La capacidad de diálogo y de resolución de conflictos es tan escasa en el lado de los alzados en armas, como del Gobierno Colombiano.

Enrollados en una publicidad mediática que ya parece -como que va a terminar siendo estrenada- una película de Oliver Stone, una sarta inacabable de políticos advenedizos o chicheñó prestaron sus rostros al despliegue más grande (y más estrepitosamente fracasado) de logística en pos de una mentira: La liberación de tres rehenes por las FARC.

Al final nadie ganó, ni en libertad, ni en reivindicaciones, ni en imagen política. Sólo hubo perdedores: Los cientos de rehenes mantenidos cautivos por años por la guerrilla colombiana. Esta no pelea contra el gobierno colombiano; se nutre de su petulancia, su intolerancia y de su dureza (además de los millones de dólares que le financia el narcotráfico y al cual nadie se le ocurre cortar de cuajo). Son enemigos que dependen mutuamente para sobrevivir. Lástima que la razón de ser de un gobierno se base en la pelea infinita contra un enemigo simbiótico.

Ahora se dice que Emmanuel, el niño supuestamente nacido en cautiverio que iba a ser liberado, estaría en un instituto infantil, donde fue dejado por un personaje de mil caras y que hoy lo reclama nuevamente con una de ellas. !Cosa de locos!

Para remate, fue el propio presidente Uribe quien dió esa información, poquísimo antes de que se supiera sobre el fracaso de la operación de entrega (porque de rescate, no era). Si esta información estaba en poder del gobierno, ¿por qué no se la hizo saber a la familia del niño, para que pasara por él al instituto, luego de hacerse las pruebas del caso? Y si recién se enteró (cosa bastante improbable) por qué lo dió a conocer como excusa del fracaso de la operación, cuando sólo debió decírselo a la familia, y hacerlo público sólo después de que, hechas todas las pruebas, se les hubiese devuelto el niño? Pues porque algo tenía que responder a los argumentos del Sr. Chávez, acusándolo de ser él y su Ejército los causantes de la cancelación de la entrega, debido a las operaciones militares que Uribe desmintió.

Esperemos que la desesperación no impulse a acciones apresuradas de rescate. La pérdida de la serenidad en estos casos es frecuente, pero a menudo precursora del holocausto. A pesar de las patinadas de tantos, la calma y la reflexión se imponen como única solución mediata. Ya habrá otra oportunidad y mejores interlocutores para que, quienes fueron injusta y arbitrariamente separados de los suyos, se vuelvan a encotrar con ellos. Cuando esto suceda, será la señal de una nueva Colombia.

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