miércoles, enero 09, 2008

Los Niños de Charles Taylor en Sierra Leona: Inocencia Cercenada

Hace algún tiempo empezó en el Tribunal de la Haya el juicio a uno de los más sombríos Dictadores del continente africano: Charles Taylor, ex presidente de Liberia, y sindicado como uno de los principales instigadores del genocidio ocurrido en Sierra Leona; más de 250,000 muertos. Todo por controlar sus minas de diamantes para financiar su arsenal. Llegó a manejar más de 125 millones dólares anuales...¿para programas de educación, servicios básicos o infraestructura? Nada de eso; sólo para comprar más armas, despilfarrarlo y perpetuarse en el poder.

Pero una de las imágenes más terribles conocidas hasta ahora sobre este holocausto humano ha sido el desgarrador testimonio de un sacerdote sierraleonés, Alex Tamba Teh, quien sobrevivió (no sabe porqué ni cómo) a una serie de torturas y ajusticiamientos sumarios, protagonizados nada menos que por niños-soldado de aproximadamente 12 años.

Bestialidades que tenemos reservadas en nuestra mente sólo para degenerados militares adultos y curtidos en las lides de todas las insanias de la guerra, eran perpetradas por imberbes ante los ojos atónitos y asqueados del cura.

En una oportunidad, esos niños cogieron entre varios a otro que pasaba por ahí, y sin responder a los gritos aterrorizados del pequeño que les preguntaba qué había hecho, le cortaron los pies y las manos, para luego, agarrándolo de los muñones, arrojarlo a un botadero de basura. Niños-soldado como estos también participaron en el ajusticiamiento de varias otras personas, siendo instruidos para decapitar a los sobrevivientes de los fusilamentos, lo cual hacían con pasmosa sangre fría.

Hace tiempo vi una película llamada "Los Niños del Maíz" que trataba sobre unos niños cuyo cerebro era superdotado y mutado por experimentos de criminales nazis prófugos, y ocultos en Sudamérica de los tentáculos de Nuremberg. Esos niños son inocentes palomas comparándolos con estos más recientes. ¿Esa es la generación que nos sucederá para resolver los problemas planetarios que se vienen acumulando y a los que se sumarán otros aun mayores en el futuro?

La opinión de muchos de sus mentores debe ser aquella que afirma que el futuro será sólo de los más despiadados y fuertes. Al parecer, esa mentalidad está extendiéndose más rápidamente de lo que podríamos imaginar. No tardará en llegar el día en que nuestros hijos teman llamar a una chica para salir por miedo a que su hermano lo torture con técnicas innenarrables. Y lo peor es que sus temores tendrían mucho fundamento.

Juicios como el de Taylor deben ser efectivos en alertar a la sociedad sobre esta sombra en el horizonte. Debemos evitarlo en conjunto, haciendo notar nuestro rechazo a cualquier asomo de autoritarismo, violencia sistémica, corrupción, atontamiento mediático o manipulación de masas. Los niños ya no son la esperanza de mañana; son el símbolo del fracaso de nuestra civilización, hoy.

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