Y es que han sido más que tendencias las que se han entrecruzado aquí. Fuego cruzado de calificativos y burlas, también.
La situación es conocida: El Gobierno Peruano y su modelo liberal, dedicado en lo político a contrarrestar, junto con otros países, el avance populista del Chavismo en la Región, respaldado e internalizado este último en la contraparte boliviana.
Será un día apenas, repleto de actividades desperdigadas por todo Lima, desde el Centro de la ciudad hasta Villa el Salvador, pasando por Miraflores. Pero también estará atiborrado de tragos amargos.
Con todo, es más probable que el mandatario altiplánico le de más importancia política a su reunión con los sindicatos en V.E.S. que a su desayuno en la embajada o su reunión con el Presidente Peruano.
Es probable también que se perciba en el ambiente una sensación tensa de obligatoriedad y de “me tengo que comer este sapo” por parte de las delegaciones de ambos países, debido a las profundas diferencias que sin embargo se contradicen con las extensas coincidencias entre sus pueblos.
De todas formas, es deber de todos el lograr que de este despilfarro en desayunos de gala y otros convites salga algo positivo, como el relajamiento de las tensiones y el descubrimiento de posibilidades conjuntas, más allá de toda objeción coyuntural.
Los pueblos esperan que, después de medallitas y ornamentos florales otorgados, quede algo más que simples gestos. Quede progreso. Quede unión.
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