DE PLUTON A PLUTITO (la insoportable levedad de la ciencia)
Osea que las maquetas que hice en el curso de Ciencias Naturales, los libros de texto con los que se me cayeron cientos de pestañas y quemè miles de neuronas, los sueños que disfrutaba despierto de pequeño imaginàndome astronauta colonizador de Plutòn, hoy son NADA?
La inspiración de escritores de ciencia ficciòn, pintores e incluso estrategas de negocios, de mamàs que quieren mandar bien lejos a sus traviesos retoños, chistes, el ùltimo de la fila pero el màs fácil de recordar, NADA?
Durante 27 años estuve creyendo aquello que me aseguraba la Ciencia, el Sistema Educativo, la Sociedad y hasta la Iglesia. Creyendo en el Planeta Plutòn y su pertenencia al selecto grupo de cuerpos celestes denominados asì. No sòlo fue el noveno y ùltimo sino, como todos los demàs, parte del concepto de sistema solar que aprendì.
Ahora la noticia de su degradaciòn aparece como una anècdota, una noticia curiosa, algo que nos inducen a tomar deportivamente, con humor y nada màs. Pero me parece mas serio que eso.
Cuànto de lo que dice la Ciencia –referente clàsico de la bùsqueda de la verdad a travès de hechos, pruebas y certezas-, es realmente cierto? Cuàntos de sus axiomas largamente defendidos- sobre los que incluso se escriben infinidad de libros, se ganan premios y se asegura bienestar para cientos de eruditos- lo son de verdad?.
Sus defensores aseguran ante estos cuestionamientos que la Ciencia està en constante proceso de cambio y aprendizaje, pero entonces hubieran empezado por decirle eso a los niños que 27 años antes creìan todo lo que les decìan.
En el sistema educativo uno de los objetivos es la transmisión del conocimiento. Pero otro tanto o màs importante es el reclutamiento sistèmico. Los niños aprenden entonces que las cosas son como son, porque el inmediato superior (el profesor) se lo dice asì. Y punto. El niño aprende a aceptar y obedecer. Se “adapta” al sistema.
Me hubiera encantado estar en aquel pupitre hace años y, terminando la clase sobre los 9 planetas, lanzar una pregunta inocente: “Y usted còmo sabe que son 9 los planetas, acaso estuvo ahì?”. Un deseo, un inocente deseo.
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